Tu poder es el agua y la sal.

Veo tu cara en el reflejo del agua de mar, giro la cabeza, y hundo la cara en la arena, las olas del mar vienen y van, pero tú viniste, y de mi cabeza no te vas. Revuelvo en el recuerdo y encuentro un buen tiempo, la contradicción de ahora. Nos sentábamos juntos, llamándonos amor, al pie del árbol del juramento, pero el árbol murió y ya sólo queda silencio. Ahora la tarde se convierte en lágrima, en el sonido de un clarinete dejando de sonar, y en una paz guerrera. Tú llenabas la nada, tú hacías que los colores bonitos brillaran, y que el abrazo fuera rey. Juntos poníamos nombre a todas las estrellas, y parecía que el tiempo no pasaba.  Pero el viento nos agarró, y el tiempo se puso en nuestra contra. Mi alma va pisando charcos, y con un paraguas en la mano. Las sonrisas lloran a la luna, pero la luna ya no me alumbra, las estrellas han dejado de brillar y la sonrisa se fue volando. Los colores bonitos se han convertido en unos que están más lejos que la simple gama de los colores.  La razón no entiende y las rosas se mueren.